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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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06-11-2015

La alianza con el PRT y los comienzos de la represión trasnacional

Foto: archivo Brecha

 

SURda

Notas

Clara Aldrighi y Guillermo Waksman

El libro del que Brecha ofrece a continuación un adelanto es resultado de una investigación iniciada en 2004 y cumplida en dos etapas: la primera dio origen al artículo “Chile, la gran ilusión”, publicado en 2006. La segunda fue realizada entre 2013 y 2015 solamente por Clara Aldrighi, tras la muerte en 2008 de nuestro ex director Guillermo Waksman.

 

En agosto de 1973, con el arresto del argentino Gerardo Moisés Alter, las fuerzas de seguridad uruguayas tomaron conciencia improvisamente de que algo muy relevante había ocurrido en el Mln del exterior.1 Vislumbraron entonces los cambios más significativos introducidos por el simposio de Viña del Mar. Tal vez debieron archivar el informe tranquilizador elaborado por la inteligencia policial en marzo de 1973, respondiendo las preguntas planteadas por el equipo de instructores estadounidenses de la Policía.

Si hasta el momento el Sid y la Dnii podían pensar que el viraje ideológico de febrero de 1973 obligaba al Mln a dedicar tiempo y energías a la construcción del partido marxista leninista, la inserción en los sindicatos fabriles, la captación de militantes obreros y la proletarización de los exiliados pequeño burgueses, en los últimos meses de 1973 las declaraciones de prisioneros los convencieron de que el Regional Buenos Aires se había transformado en una amenaza más consistente que el propio Regional Uruguay.

A fines de enero de 1974 el Ocoa elaboró un balance de lo actuado por el Mln en los últimos cuatro meses de 1973, enumerando sus proyectos, fortalezas y debilidades.2 Delineó luego las acciones que deberían emprender las Fuerzas Conjuntas para aniquilar definitivamente a la guerrilla tupamara. La inteligencia militar demostraba conocer cabalmente la vida interna y los proyectos de la organización revolucionaria […]. En opinión de varios protagonistas consultados, la mayoría de las informaciones que manejaba el Ocoa en este documento eran verdaderas.

El principal motivo de preo­cupación, la novedad que determinaba las tácticas a seguir en lo inmediato, era la simbiosis que el Mln había establecido con el Prt-Erp. Preocupación comprensible, pues la organización argentina demostraba por entonces una formidable combatividad y un sólido apoyo de masas. Tres ataques a grandes unidades militares en menos de un año y la preparación de un frente de guerrilla rural en Tucumán representaban un salto de calidad en su contienda con el Estado.

El 18 de febrero de 1973 el Erp asaltó el Batallón 141 de Comunicaciones, de Córdoba, reduciendo a un centenar de efectivos distribuidos en varios puestos y llevándose dos toneladas de armamento y municiones. El operativo duró unas cuatro horas y fue comandado por Mario Roberto Santucho y Juan Eliseo Ledesma, obrero de la Fiat de Córdoba de 21 años de edad. […]

El 6 de setiembre de 1973, durante la presidencia interina de Raúl Lastiri, 14 guerrilleros del Erp asaltaron el Comando de Sanidad del Ejército, en Buenos Aires. Aunque el ataque inicialmente se desarrolló sin inconvenientes, dos soldados lograron escapar dando aviso a la Policía Federal. Rodeados por efectivos del Ejército, los guerrilleros se rindieron tras recio tiroteo, dejando dos militares heridos y un oficial muerto. El Ejército bombardeó con artillería la unidad para obtener la rendición.

El 23 de setiembre se realizaron las elecciones presidenciales que consagraron la victoria de la fórmula Juan Domingo Perón-Isabel Martínez de Perón. Al otro día un decreto del gobierno declaró ilegal al Erp. El 25 de setiembre Montoneros desafió directamente a Perón matando a su hombre de confianza y fiel colaborador, el secretario general de la Cgt José Ignacio Rucci. Fue este suceso en particular el que dio un gran impulso a las luchas internas del peronismo. Los sectores de extrema derecha, fortalecidos, dieron comienzo a la organización de grupos terroristas notoriamente vinculados a los aparatos represivos del Estado.

El 19 de enero de 1974 un contingente de 60 guerrilleros del Erp –la Compañía Héroes de Trelew– asaltó el Grupo de Artillería Blindada número 1 y el Regimiento de Caballería Blindada número 10, de la ciudad de Azul, en la provincia de Buenos Aires. La guarnición militar se extendía por unas 40 hectáreas y sus efectivos superaban los 2 mil hombres. […] En los primeros enfrentamientos perdieron la vida un soldado y el jefe de la guarnición, coronel Camilo Gay. El jefe del Grupo de Artillería Blindada, teniente coronel Jorge Ibarzábal, fue sacado del cuartel y llevado de inmediato a una “cárcel del pueblo”. Cercados por centenares de efectivos militares y policiales los guerrilleros resistieron varias horas. En el fuego cruzado la esposa del coronel Gay resultó gravemente herida, falleciendo a los pocos días. En el combate murieron dos guerrilleros; otros 15 fueron capturados y dos de ellos hechos desaparecer.

La situación argentina comenzó a ser observada en Uruguay con creciente alarma. En semejante contexto, la alianza del Mln con el Prt inquietó a los servicios de seguridad. En el informe citado, de enero de 1974, el Ocoa sopesaba la posibilidad de que se intentaran en Uruguay asaltos a unidades militares análogos a los realizados recientemente en Argentina. Consideraban factible que el Mln buscara a corto plazo atacar un establecimiento militar o policial en Uruguay, con la participación de “sediciosos extranjeros […] tal cual ha sido realizado recientemente en Azul, República Argentina”.

Esas posibilidades teóricamente existían. Tupamaros adiestrados en Cuba y combatientes fogueados del Erp podían llegar a Uruguay, atacar un objetivo determinado, refugiarse en casas de seguridad proporcionadas por simpatizantes o colaboradores y tiempo después replegarse en Argentina por pasos de frontera escasamente controlados. Si bien los militares uruguayos podían suponer que los asaltos a cuarteles fueran una probabilidad remota, no lo eran las emboscadas, los ajusticiamientos de torturadores y jerarcas, los ataques contra patrulleros, comisarías, domicilios de oficiales o puestos de control callejero. Acciones de este tipo podían requerir un número reducido de combatientes y cumplirse en pocos minutos. Los militares podrían suponer que la pujanza demostrada por el Erp sería trasmitida al Mln para la realización conjunta de acciones en Uruguay.

Lo que el Ocoa proponía para contrarrestar estas posibilidades no aparece en el documento. […] Informan, con todo, que el Mln se propone crear a largo plazo “un aparato militar fuerte, sólo con nacionales o con la presencia de guerrilleros extranjeros”, para efectuar acciones de envergadura y/o tomar el poder. En lo referente a la creación de este fuerte aparato militar –acotan–, el largo plazo “puede transformarse en corto”. Y subrayan la reciente captura en Montevideo de “Moisés Alter, integrante del ejecutivo del Prt y del Ejército Revolucionario del Pueblo”.

La Internacional guerrillera argentino-uruguaya demostraba poseer recursos y militantes empeñados en múltiples funciones: “Se tiene conocimiento de que el Erp apoya al Mln de las siguientes maneras: A) Financieramente. Se sabe concretamente que hasta el mes de setiembre [de 1973] inclusive el Mln recibía del Erp por lo menos 30 millones de pesos uruguayos en forma mensual. B) Armamento. El Erp provee normalmente todas las que le son solicitadas y está a su alcance proveer. Se sabe concretamente que ya han provisto pistolas, subametralladoras, revólveres, explosivos, mecha y municiones calibre 38, nueve milímetros y 45”.

Enumeraban a continuación las “posibilidades del enemigo”. Habían comprobado que “desde la capital argentina se dirigen todas las actividades sediciosas en el territorio nacional, por conductos separados y compartimentados entre sí”. La apreciación del Ocoa era acertada. La supeditación de los dirigentes de Uruguay a las comisiones política y militar que funcionaban en Buenos Aires les obligaba a viajar con frecuencia para informar y recibir directivas. Así, pues, los controles de fronteras se intensificaron, y como resultado varios dirigentes fueron capturados en 1973 (y en los años sucesivos) en las aduanas o el transcurso del viaje. Quienes atravesaban las fronteras ya no eran militantes de base con escasa información, sino dirigentes con amplios conocimientos de la estructura y los planes del Mln y de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Jcr).

Los abastecimientos de armamento y demás materiales, según el Ocoa, llegaban a Uruguay en vehículos equipados con escondites: “El armamento enviado desde el Regional Buenos Aires ingresa al país en su gran mayoría por el departamento de Colonia al amparo de las medidas que favorecen el pasaje de los turistas argentinos”.

Aunque en 1973 no se habían realizado acciones contra las Fuerzas Armadas, el Mln seguía cumpliendo en Uruguay operaciones de pertrechamiento y propaganda: “Rapiñas, robo de material quirúrgico y armas, volanteadas y pintadas, apriete de vehículos y copamiento de casas particulares con privación de libertad”. Recientemente habían encontrado en poder de tupamaros capturados la descripción de rutinas y movimientos del general Esteban Cristi, del teniente coronel Omar Goldaracena, del coronel Ruben Barbi y del mayor Victorino Vázquez.
Si el Mln realizara ataques o atentados contra miembros de las Fuerzas Armadas, continuaba el Ocoa, se verían obligados “a la realización del mismo tipo de acciones en respuesta a su ataque, en forma abierta para el Mln y en la persona de integrantes de su dirección particularmente”.

La documentación disponible actualmente no permite establecer con seguridad una vinculación directa entre ambos episodios, pero esta frase sugiere una relación entre la relevante operación del Erp del 6 de setiembre de 1973 (el copamiento del cuartel del Comando de Sanidad, en Buenos Aires) y el traslado de Raúl Sendic y otros ocho principales dirigentes del Mln, del penal de Libertad a varios cuarteles del Interior. Pues el traslado se produjo el 7 de setiembre de 1973, un día después de que el Erp asaltara el cuartel bonaerense. Los militares uruguayos comunicaron a los nueve dirigentes su condición de rehenes: serían ejecutados como represalia por cualquier acción militar del movimiento. La captura de Gerardo Alter el 19 de agosto había confirmado a los represores uruguayos la nueva asociación Mln-Erp.

Al considerar las debilidades que afectaban a las Fuerzas Conjuntas, el Ocoa destacaba: “La circunscripción de la acción antisubversiva de las Fuerzas Armadas al ámbito nacional frente al carácter internacional del Mln, permite su afianzamiento en forma acelerada”. Una señal, quizás, de que se daría luz verde a la represión trasnacional. Como ocurrió, efectivamente, pocas semanas después. […]

La peligrosidad que podría alcanzar el Mln en virtud de su asociación con el Prt tuvo una ulterior confirmación durante la ofensiva contrainsurgente asestada en Uruguay (con secuelas en Argentina) entre marzo y mayo de 1974. Andrés Cultelli escribió al respecto: “La caída de más de 500 armas largas y cortas y millares de proyectiles (el arsenal más grande tomado por la represión en Argentina) en un solo local del barrio Once […] desmoralizó a todo el mundo y nadie podía comprender el porqué de la concentración de tanto armamento en un solo lugar”.

¿Con qué objeto el Mln acopiaba tan cuantioso armamento? Tal vez esas armas no pertenecían únicamente a los tupamaros, sino al Erp o la Jcr. Los documentos y testimonios consultados hasta el momento no aclaran este punto. No obstante, la dictadura uruguaya podría haber llegado a la conclusión de que se programaban acciones de gran impacto, con elevado número de combatientes. […]

Preguntado al respecto, un ex dirigente tupamaro afirma que en 1973 y 1974 “sacar a los presos de Libertad era la única acción que el Mln de Argentina contemplaba en Uruguay […]. Antes vinimos a sacar a Sendic, pero no quiso”.

Otras fuentes sugieren, no obstante, que existían proyectos de mayor alcance: “Había planes. Cuando salimos de Chile a fines de 1973 por la embajada argentina, con mi mujer y mis dos gurises, nos instalamos en Entre Ríos. […] Por esa época dos compañeros cruzaron el río Uruguay a nado, a la altura de Salto. Iban agarrados a una llanta donde pusieron las ropas y material impreso del Mln. Repartieron los impresos y volvieron de la misma manera. Bueno, la gente de la dirección que estaba en Buenos Aires, antes de la división del Mln, todos, los criticaron por usar ‘métodos artesanales de trabajo'. Ellos, los del comité central, querían invadir Uruguay pero a lo grande, con avionetas, yates y demás”.

En opinión de otro ex dirigente, “en 1973 en Argentina no llegó a haber armas. Hubo un DC-3 lleno de armas que tenía que llegar a Buenos Aires. Pero no llegó. Se quedaron con la plata, eso sí. Se llevaron la plata y no entregaron las armas. Era un contrato con los Montos, el Prt y nosotros. Venían como cuatro millones de dólares en armas”. […] Según otro entrevistado: “Había todo un plan. El sueño era copar el penal de Libertad. Incluso había un avión. Se hizo a pico y pala un refugio para aprender a camuflar un avión”.

Por lo pronto, en Cuba, un contingente integrado por varias decenas de tupamaros recibía un intenso adiestramiento para de­sembarcar en las costas del departamento de San José, tomar por asalto el penal de Libertad, rescatar a los dirigentes u otros presos políticos y retirarse por vía marítima y/o aérea. Ideado por miembros de la dirección en el exilio y propuesto a los cubanos, el proyecto quedó en agua de borrajas por los conflictos internos desencadenados en el Mln en 1974.

“Ese grupo surgió de una utopía –opina uno de sus integrantes–. Se le pidió a uno de los asesores cubanos que nos ayudaban que nos preparara para una supuesta toma del penal de Libertad. Con lanchas, con gente preparada para usar submarino, otro grupo de paracaidistas, otro de francotiradores, otro de explosivistas […]. Lo del submarino era para la llegada de los grupos desde el mar. […] Nos entrenaron bien. Era una idea que podía fracasar. Un plan que tenía una parte de realidad y otra de fantasía. Para hablar claro y redondo: no nos daban los números, como dicen los economistas.”

Un segundo testimonio indica que si bien quien declara no participó del plan de ataque al penal de Libertad, recibió en Cuba una intensa preparación militar que se prolongó por tres años: “Nuestro proyecto era, por un lado, refundar o reestructurar el Movimiento en Uruguay. A mediano plazo retomar la iniciativa militar, constituir un núcleo que se iba a ir transformando, no a nivel nacional sino en colaboración con Argentina y otros grupos de América, en una guerrilla que tuviera la fuerza suficiente para derrotar militarmente a las Fuerzas Armadas que estaban en el poder. Esa elite militar, ese grupo, iba a instruir, iba a ser la oficialidad de ese ejército o contingente, no sé cómo llamarlo. Se hablaba de ejército. Claro, en todo caso, un ejército guerrillero. Ahora, si me preguntás cómo iba a ser, cómo iba a operar, eso ya era muy difuso. En todo caso, doctrinariamente, era el uso de la violencia para imponer una sociedad más equitativa”.

En consecuencia, el Mln del exilio seguía siendo en 1973 y 1974 una organización mucho más pragmática de lo que cabría esperar de una estricta observancia del marxismo-leninismo. La construcción del partido, el trabajo sindical y político en Uruguay o entre los compatriotas emigrados a Argentina, la paciente captación de obreros revolucionarios, fueron postergados a un indeterminado futuro. Aunque para algunos dirigentes del exilio –como ha sido declarado en años recientes– Viña del Mar habría tenido entre sus objetivos lograr la suspensión de las acciones armadas, las actividades concretas impulsadas después del simposio indicaban todo lo contrario. En Viña del Mar había sido criticado el militarismo del período 1971-1972 como grave apartamiento de la ideología de la clase obrera, pero el nuevo Mln marxista-leninista manifestaba a todas luces la misma inclinación. Participación en secuestros con el Prt-Erp, desarrollo de una logística orientada a apoyar grupos de acción, intercambio de combatientes con la guerrilla argentina, acopio de armamento, preparación en Cuba del núcleo fundacional de un “ejército del pueblo”. Sin duda el auge guerrillero argentino influyó en todo esto. Pues más allá del sincero fervor militante que animaba a su dirección y sus bases, el Mln del exilio era un velero desarbolado, a merced de los vientos continentales. […]

En los hechos, el descubrimiento de la alianza con el Prt y de los ambiciosos proyectos del Mln fue un factor determinante para que la dictadura uruguaya diera comienzo a la actividad represiva en la vecina orilla. Los documentos de inteligencia parecen indicar que en el verano de 1973-1974 el Ocoa definió entre sus objetivos impedir la consolidación del Mln en Argentina. Tal vez comprendiendo que, sin esa fuerte retaguardia, el ingreso a Uruguay de los combatientes adiestrados en Cuba o fogueados en Argentina se tornaría mucho más difícil. […]

Al inaugurar en febrero de 1974 la represión ilegal fuera de fronteras, Uruguay probablemente tomaba ejemplo de la dictadura brasileña, que actuó tempranamente y con total impunidad en la Argentina de Perón, prosiguiendo la coordinación bilateral de los organismos contrainsurgentes, activa desde los tiempos de Onganía. […]

La primera víctima uruguaya de la represión trasnacional fue el tupamaro Antonio Viana Acosta. El 24 de febrero de 1974 policías argentinos y militares uruguayos irrumpieron en su vivienda de Buenos Aires y se llevaron detenida a la familia entera. […] De inmediato el prisionero fue interrogado sobre su presunta vinculación con el Erp: “En diferentes interrogatorios a los que fui sometido en Buenos Aires se insistió en mi integración al eje del Erp-Mln. También querían que les proporcionase direcciones de locales de funcionamiento conjunto del Erp y el Mln, y además que les indicara dónde se encontraba secuestrado el teniente coronel Jorge Ibarburen [sic]; datos que yo ignoraba totalmente y que nunca fueron de mi conocimiento”.3

Al cabo de un mes Viana Acosta fue trasladado ilegalmente a Montevideo en un avión de Pluna. Hasta octubre de 1974 fue sometido a torturas en dos cuarteles del Interior. […]

Entre marzo y mayo de 1974, con los golpes represivos asestados en Uruguay, el Ocoa obtuvo nuevas informaciones sobre los proyectos y la estructura del Mln en el exterior y el país. En el transcurso de esa ofensiva antiguerrillera algunos dirigentes tupamaros dieron comienzo en Buenos Aires a un proceso de revisión política que culminó a los pocos meses con la división del Mln.

Contemporáneamente ocurría otro suceso significativo para la lucha contrainsurgente: el coronel Ramón Trabal era desplazado de la jefatura del Sid. La caída del jefe de inteligencia militar se produjo en el contexto del primer golpe palaciego de la dictadura, que forzó la renuncia del comandante en jefe del Ejército, teniente general Hugo Chiappe Pose, remplazado el 21 de mayo por el general Julio Vadora.

1.     Incorporado al Mln en el marco de los acuerdos para el intercambio de militantes estipulados con el Prt-Erp, Alter murió en la tortura el mismo día de su arresto.
2.     División Ejército 1, Ocoa, 28-I-74, secreto, “Apreciación de situación referente a actividades sediciosas entre agosto de 1973 y enero de 1974”.
3.     Testimonio de Antonio Viana Acosta en A todos ellos. Informe de Madres y Familiares de uruguayos detenidos desaparecidos, Montevideo, 2004, pág 383. Los interrogadores le preguntaban por el teniente coronel Ibarzábal, secuestrado por el Erp en el ataque al regimiento de Azul.

Fuente: Brecha


 

 


 
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